Las 26 asociaciones que han participado en la encuesta realizada a lo largo del mes de febrero entre las entidades asociadas son favorables a la implantación de la tasa turística, pero ésta se debe invertir en medidas para contener los efectos adversos del turismo masivo en la ciudad y de la burbuja inmobiliaria que lleva aparejada.
Una tasa como contribución a la conservación de los bienes y servicios que la ciudad ofrece es positivo y pedagógico, pero también es necesario el desarrollo de políticas urbanísticas que contengan los desahucios, las subidas de los precios del alquiler, o la degradación de los espacios públicos.
La tasa turística es una solución, pero como se señala en una de las respuestas, no es la única.
València ostenta la “distinción” de ciudad turística por lo que debe dotarse de instrumentos para gestionar con eficacia una creciente demanda de ocio y de servicios públicos y, al tiempo, prevenir los desajustes que esta demanda provoca en la vida cotidiana de muchos barrios de la ciudad.
La redacción del PORT (Plan de Ordenación de Recursos Turísticos) previsto en la Ley de Turismo ya debería estar en la agenda de normativas a desarrollar por el Ayuntamiento para frenar la presión especulativa sobre las viviendas y la degradación de barrios enteros.
En definitiva, el movimiento vecinal representado por la Federación de Asociaciones Vecinales dice si a la tasa turística, pero señala que se echan en falta políticas activas para garantizar la predicada sostenibilidad del turismo.
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