La ampliación del Puerto NO puede “hacer compatible el crecimiento económico con el respeto del medio ambiente ”
Este es el lema repetido por el Presidente de la Generalitat Ximo Puig, el Alcalde Joan Ribó y el Consejero Arcadi España cuando hablan de los impactos del proyecto. Pero los efectos que ha causado el puerto y los que vendrán de la ampliación sobre las playas, la Albufera, la calidad del aire y el agua y sobre la salud son de tal magnitud, de tal coste para el erario público y tan irreversibles, que es imposible que el proyecto de la ampliación sea aceptable ni socialmente, ni ambientalmente, ni económicamente.
Errores pasados no pueden avalar errores más grandes en el futuro
Se nos dice que ya se ha hecho el dique norte y que esto implica seguir adelante, pero es preferible parar ahora a seguir dilapidando dinero en un proyecto que determinará de forma irreversible el modelo de ciudad para nuestras hijas o limpias, los próximos 100 años, que va en contra de las mismas directrices en materia de territorio que el impulsa consejo y que tiene una vida útil corta, dado las características del sector. Hay que recordar que el puerto ya ha hecho retroceder las playas de la Devesa, ha destrozado La Punta y el barrio de Nazaret.
Planificación a la carta para empresas vs derecho a decidir de la ciudadanía.
Se nos dice que no podemos ‘renunciar’ a una inversión privada de 800 millones de euros, pero NO NOS DICEN que la ampliación del puerto implicará un gasto de más de 4.000 millones de euros de dinero público para que sea funcional , pues implicará crear el acceso norte y hacer nuevas ampliaciones de la V30, la V31 y la V21.
Pero, además, la ampliación implica efectos sobre la salud, la calidad del aire, el ruido, la destrucción y la fragmentación de ecosistemas, de la huerta que nos alimenta y de nuestros pueblos, que vamos a pagar nosotros, no el puerto ni la empresa concesionaria, y que nos endeudará de forma que no podremos desarrollar un modelo de ciudad diverso, de proximidad y sostenible.
Gastar el dinero en lo realmente importante y urgente: cambio climático y planificar para el bien común.
En una sociedad democrática moderna, hay que evaluar las inversiones a la luz de la sostenibilidad y la equidad, de su capacidad para generar bienestar y asegurar el futuro, especialmente cuando hablamos de cantidades tanto exorbitantes y acciones tan impactantes. El puerto es una inversión intensiva en capital, altamente tecnológica y con caducidad corta, cuando en la situación actual son necesarias las intensivas en puestos de trabajo.